sábado, 8 de agosto de 2009

2.7 EDIFICIOS PATÓGENOS

Los estudios publicados acerca del Síndrome del edificio patógeno indican que las mujeres y los jóvenes son los más afectados por los efectos irritantes de los elementos contaminantes de un edificio, debido a que ambos colectivos poseen un menor umbral de reacción que hombres y adultos, aunque existe una gran variabilidad individual. Además, las personas con patologías alérgicas, como el asma, son más sensibles al efecto irritante de estos contaminantes”, afirma el doctor Santiago Quirce, alergólogo de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid.

El denominado Síndrome del edificio enfermo se define como el conjunto de síntomas inespecíficos que muestran al menos el 20% de los trabajadores de un mismo inmueble, pero también se dan casos aislados. Estas manifestaciones son características del personal de edificios de oficinas, especialmente los que no poseen ventilación natural y, cuya única vía de aire es artificial o climatizada por medio de aparatos de acondicionamiento del mismo.
Según el doctor Quirce, las enfermedades relacionadas con los edificios se deben a diversos contaminantes procedentes de los materiales de construcción o presentes en el ambiente laboral de un edificio. Pueden tener un origen infeccioso por bacterias u hongos (Legionella, Aspergillus) o alérgico por ácaros, plantas, o animales y otros alergenos que causan asma, dermatitis o neumonitis. Junto a éstas, existe otro grupo de síntomas (cefaleas, mareos, falta de concentración, afectación cutánea, sequedad ocular, obstrucción nasal, picor, entre otras), que sin un origen específico, dan lugar al mal denominado Síndrome del edificio enfermo, y que sería más correcto denominar Síndrome del edificio patógeno.
Falta de ventilación. A principios de los años 70 se comienza a hablar del síndrome del edificio enfermo, ya que la tendencia a un ahorro de energía y al aislamiento del exterior en los edificios de oficina, produjo la proliferación de oficinas herméticamente cerradas y sin ventilación exterior, los denominados edificios inteligentes. “El principal factor asociado con los síntomas de origen no específico de los pacientes es la falta de ventilación del exterior de los inmuebles, lo que implica un aumento de los contaminantes ambientales interiores (endotoxinas de las bacterias y micotoxinas de los hongos). De este modo, se ha determinado que un edificio no está adecuadamente ventilado cuando existe una tasa inferior a 10 litros de aire por segundo y persona, por lo que cuando esto no se cumple, existe un mayor riesgo de sufrir estas molestias”, asegura el doctor Quirce. Estos contaminantes ambientales son compuestos orgánicos volátiles formados por sustancias químicas de bajo peso molecular, que son liberadas por el equipamiento sintético o de plástico que amuebla las oficinas (muebles, ordenadores, fotocopiadoras, etc.) o a través del sistema de acondicionamiento del aire, y que en el caso de las endotoxinas, su efecto en los empleados de una oficina es más tóxico que alérgico. El Síndrome del edificio enfermo ocurre cuando se produce una concentración de compuestos contaminantes por causa de la falta de regeneración del ambiente con aire procedente del exterior. “Otras causas pueden ser el humo del tabaco y un bajo nivel de humedad en el aire. Por ello se deben revisar los conductos de acondicionamiento de calor y frío, manteniendo los niveles que marca la ley vigente, ya que con frecuencia en las torres de refrigeración existen reservorios de agua que pueden verse contaminados con microorganismos como la Legionella. Al mismo tiempo, continúa el doctor Quirce, “plantas tan frecuentes como el Ficus benjamina o la Flor de Pascua, pueden ser focos de alergia”. Tratamiento Según este especialista, el único tratamiento eficaz frente a estas enfermedades es evitar la causa, eliminando o disminuyendo la concentración de contaminantes, y si esto no es posible, reubicando al trabajador en otra zona de la oficina o cambiando de empleo, además de tratar los síntomas con tratamientos apropiados. No obstante, cuando un paciente es alérgico por causa del medio donde trabaja, el tratamiento más eficaz es eliminar la exposición a la sustancia causante de los síntomas. Asimismo, los expertos recomiendan realizar revisiones periódicas dentro de un programa de vigilancia para detectar alergias en fase precoz, y respecto al medio de trabajo, controlar periódicamente los niveles máximos tolerables de contaminación. DiagnósticoLos diferentes métodos de diagnóstico para demostrar la relación causal entre los síntomas alérgicos y el trabajo que desarrolla un paciente consisten, principalmente, en investigar los posibles agentes responsables, localizados en el lugar de trabajo, y posteriormente realizar al paciente test cutáneos y otra serie de pruebas que confirmen esta relación causa-efecto de forma objetiva, como las pruebas de exposición controlada en un centro especializado.
En los países industrializados, mucha gente pasa gran parte del día en espacios cerrados. No es de extrañar, por tanto, que se espere un ambiente confortable durante el trabajo, el tiempo de ocio o en el hogar.

Durante los años setenta, aparecieron algunas publicaciones que hacían referencia a una mayor incidencia de quejas por cefaleas, irritación de mucosas y sensación de fatiga entre trabajadores de grandes edificios de oficinas. Posteriormente, ya en la década de los ochenta, se observó que este problema era más frecuente en edificios herméticos y con sistemas centralizados de control de la ventilación/aire acondicionado.

La incidencia real del problema es desconocida, pero la OMS estima que afecta al 30% de los edificios modernos y que causa molestias al 10-30% de sus ocupantes.

Los síntomas que han sido comunicados en diferentes estudios sobre el tema y que conforman el síndrome son principalmente:

Irritación de ojos, nariz y garganta.
Sequedad de piel y mucosas.
Eritema cutáneo.
Fatiga mental, somnolencia.
Cefáleas, vértigos.
Mayor incidencia de infecciones de vías respiratorias altas.
Dificultad respiratoria, jadeo, roncus, sibilancias, cuadros asma-like.
Disfonía, tos.
Alteraciones del gusto y del olfato.
Náuseas.

Algunos de estos síntomas se comportan de forma característica, aumentando a lo largo de la jornada laboral y remitiendo o mejorando al abandonar el trabajo, desapareciendo incluso durante las vacaciones.

Los factores más comúnmente citados como responsables del síndrome que nos ocupa son:

Agentes químicos: entre ellos formaldehído, compuestos orgánicos volátiles, polvo, fibras, dióxido de carbono, monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, ozono…

Agentes biológicos: bacterias, hongos, esporas, toxinas, ácaros.
Agentes físicos: iluminación, ruido, vibraciones, ambiente térmico, humedad relativa, ventilación.
Agentes psicosociales: organización del trabajo, promoción, relaciones interpersonales, control de las condiciones ambientales…

En algunas ocasiones el responsable del malestar de los ocupantes del edificio es único y, por ende, fácilmente detectable, mientras que en otras, el origen multicausal del mismo hace difícil su detección.

Metodología de evaluación

La complejidad del tema y el interés creciente que el mismo suscita llevó a un grupo de Técnicos del CNCT, ya desde 1987, a buscar una forma de sistematizar todas las actuaciones relacionadas con el estudio del Síndrome del Edificio Enfermo (SEE), derivando dicho trabajo, entre otras acciones, en un procedimiento de investigación estructurado en cuatro fases:

Una evaluación previa tendente a obtener la máxima información sobre:
El edificio (su edad, los materiales empleados, las obras y/o remodelaciones realizadas…).
Los ocupantes (su número, su distribución en el edificio…).
Los materiales y equipos de trabajo (naturaleza y ubicación).
El sistema de ventilación/climatización (los datos técnicos, las características de funcionamiento, de mantenimiento…).
La aplicación de encuestas, buscando la definición precisa de las quejas planteadas, de su magnitud y distribución, así como de todos los factores de riesgo ya mencionados.

La evaluación de los diferentes factores de riesgo, adaptado a la información recogida en las fases anteriores.
La valoración global del problema, a la luz de los datos obtenidos y en la que se incluyen las posibles soluciones al mismo.

El desarrollo de la investigación empieza pues con la obtención de una serie de datos generales sobre el edificio y los ocupantes que nos van a permitir decidir una estrategia de aplicación de encuestas cuyo objetivo es la identificación de la sintomatología propia del Síndrome del Edifico Enfermo, en caso de que exista, o el rechazo de la ocurrencia del mismo.

Cuestionario de síntomas

El inicio de un problema relacionado con el SEE suele ser la aparición de quejas de difícil explicación en un sector o en la totalidad de los ocupantes del edificio. El primer paso será, pues, definir tanto en calidad como en cantidad dichas quejas mediante un sistema de recogida de información que en nuestro grupo se decidió fuera un cuestionario autoaplicable, de carácter anónimo.

En dicho cuestionario se recogen todas aquellas variables que nos ayudarán a concretar tanto las características del entorno de trabajo como los posibles síntomas.

Secuencia de actuación

La actuación, en lo concerniente a la recogida de información mediante el cuestionario de síntomas, sería como sigue:
Determinación del número (n) de cuestionarios a rellenar
Para plantillas inferiores a 50 trabajadores (N £ 150) se pasa el cuestionario a todos los ocupantes.
Para plantillas superiores (N > 150) se extrae una muestra representativa mediante muestreo al azar, teniendo en cuenta lo siguiente:
Prevalencia (frecuencia de síntomas) mínima requerida para determinar la existencia de un SEE: p = 0.20.
Nivel de confianza escogido: 95% (z = 1.96).
Error máximo de precisión permitido en la estimación de la muestra: d = 0.5.
Con estos datos el tamaño (n) de la muestra se calcula mediante la fórmula:
Donde:En aquellos edificios donde hay varias plantas se efectuará un muestreo porcentual a partir del número n calculado.
Del listado de la plantilla, se extraerán los sujetos que van a contestar al cuestionario (teniendo prevista la substitución en caso de no respuesta) mediante la utilización de los números aleatorios.
El motivo de que los que contesten el cuestionario no sean voluntarios es evidente: la inquietud por responder puede ser debida a su condición de «afectado» o «enfermo», con lo que incurriríamos en un sesgo de selección, aumentando de forma artificial la prevalencia de los síntomas.
Se aplicará el cuestionario a todos los integrantes de nuestra muestra, en el mismo día, evitando que los participantes discutan las respuestas y manteniendo su anonimato.
El paso siguiente es naturalmente la descriptiva de las respuestas en relación a las condiciones de trabajo y a los síntomas y su ubicación en el plano del edificio estudiado.
De la relación entre ambos obtendremos, con mayor o menor precisión:
Por un lado el diagnóstico de SEE (prevalencia de síntomas > 0.20).
Por otro, el tipo y la localización de las quejas.
Las fases subsiguientes vendrán condicionadas por dichos resultados así como de la información general recogida en la primera fase ya mencionada, surgiendo de los mismos la línea de trabajo a seguir para la evaluación de los factores de riesgo.
Cada caso requerirá de actuaciones específicas en la medición de contaminantes químicos, biológicos y físicos e incluso pudiera ser necesario una nueva intervención sobre subgrupos específicos de los ocupantes del edificio mediante nuevas encuestas o reconocimientos médicos.
Conclusiones
En resumen, en base al conocimiento actual, parece improbable que el problema del SEE pueda ser erradicado a corto plazo. Por ello es preciso avanzar en el conocimiento del mismo mediante amplios estudios controlados que permitan objetivar la posible relación entro los síntomas referidos y las condiciones ambientales.
En el terreno de la Salud Laboral, nos planteamos el control inicial de este problema a través de protocolos uniformes para la identificación de la sintomatología propia del SEE, así como de la vigilancia estrecha de los trabajadores a riesgo.
El síndrome del edificio enfermo: cuestionario para su detección
Nota Técnica / Por María Dolores Gómez - Joaquín Pérez Nicolás
Maladie des grands ensembles: questionarie-typeThe Sick Building Syndrome: questionaire for its detection
Redactores:
Mª Dolores Solé GómezEspecialista en Medicina del Trabajo
Joaquín Pérez NicolásDiplomado en Enfermería
CENTRO NACIONAL DE CONDICIONES DE TRABAJO
Objetivos
La presente Nota Técnica tiene como objetivo proponer un modelo de cuestionario, preparado y utilizado por el Grupo de trabajo sobre el Síndrome del Edificio Enfermo del Centro Nacional de Condiciones de Trabajo, y cuya finalidad es recoger la información necesaria sobre las quejas planteadas por los ocupantes del Edificio Patógeno buscando la definición precisa de las mismas, así como su magnitud y distribución. El análisis de los datos así obtenidos permitirá decidir la estrategia de actuación posterior.
Introducción
En los países industrializados, mucha gente pasa gran parte del día en espacios cerrados. No es de extrañar, por tanto, que se espere un ambiente confortable durante el trabajo, el tiempo de ocio o en el hogar.
Durante los años setenta, aparecieron algunas publicaciones que hacían referencia a una mayor incidencia de quejas por cefaleas, irritación de mucosas y sensación de fatiga entre trabajadores de grandes edificios de oficinas. Posteriormente, ya en la década de los ochenta, se observó que este problema era más frecuente en edificios herméticos y con sistemas centralizados de control de la ventilación/aire acondicionado.
La incidencia real del problema es desconocida, pero la OMS estima que afecta al 30% de los edificios modernos y que causa molestias al 10-30% de sus ocupantes.
Los síntomas que han sido comunicados en diferentes estudios sobre el tema y que conforman el síndrome son principalmente:
Irritación de ojos, nariz y garganta.
Sequedad de piel y mucosas.
Eritema cutáneo.
Fatiga mental, somnolencia.
Cefáleas, vértigos.
Mayor incidencia de infecciones de vías respiratorias altas.
Dificultad respiratoria, jadeo, roncus, sibilancias, cuadros asma-like.
Disfonía, tos.
Alteraciones del gusto y del olfato.
Náuseas.
Algunos de estos síntomas se comportan de forma característica, aumentando a lo largo de la jornada laboral y remitiendo o mejorando al abandonar el trabajo, desapareciendo incluso durante las vacaciones.
Los factores más comúnmente citados como responsables del síndrome que nos ocupa son:
Agentes químicos: entre ellos formaldehído, compuestos orgánicos volátiles, polvo, fibras, dióxido de carbono, monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, ozono…
Agentes biológicos: bacterias, hongos, esporas, toxinas, ácaros.
Agentes físicos: iluminación, ruido, vibraciones, ambiente térmico, humedad relativa, ventilación.
Agentes psicosociales: organización del trabajo, promoción, relaciones interpersonales, control de las condiciones ambientales…
En algunas ocasiones el responsable del malestar de los ocupantes del edificio es único y, por ende, fácilmente detectable, mientras que en otras, el origen multicausal del mismo hace difícil su detección.
Metodología de evaluación
La complejidad del tema y el interés creciente que el mismo suscita llevó a un grupo de Técnicos del CNCT, ya desde 1987, a buscar una forma de sistematizar todas las actuaciones relacionadas con el estudio del Síndrome del Edificio Enfermo (SEE), derivando dicho trabajo, entre otras acciones, en un procedimiento de investigación estructurado en cuatro fases:
Una evaluación previa tendente a obtener la máxima información sobre:
El edificio (su edad, los materiales empleados, las obras y/o remodelaciones realizadas…).
Los ocupantes (su número, su distribución en el edificio…).
Los materiales y equipos de trabajo (naturaleza y ubicación).
El sistema de ventilación/climatización (los datos técnicos, las características de funcionamiento, de mantenimiento…).
La aplicación de encuestas, buscando la definición precisa de las quejas planteadas, de su magnitud y distribución, así como de todos los factores de riesgo ya mencionados.
La evaluación de los diferentes factores de riesgo, adaptado a la información recogida en las fases anteriores.
La valoración global del problema, a la luz de los datos obtenidos y en la que se incluyen las posibles soluciones al mismo.
El desarrollo de la investigación empieza pues con la obtención de una serie de datos generales sobre el edificio y los ocupantes que nos van a permitir decidir una estrategia de aplicación de encuestas cuyo objetivo es la identificación de la sintomatología propia del Síndrome del Edifico Enfermo, en caso de que exista, o el rechazo de la ocurrencia del mismo.
Cuestionario de síntomas
El inicio de un problema relacionado con el SEE suele ser la aparición de quejas de difícil explicación en un sector o en la totalidad de los ocupantes del edificio. El primer paso será, pues, definir tanto en calidad como en cantidad dichas quejas mediante un sistema de recogida de información que en nuestro grupo se decidió fuera un cuestionario autoaplicable, de carácter anónimo.
En dicho cuestionario se recogen todas aquellas variables que nos ayudarán a concretar tanto las características del entorno de trabajo como los posibles síntomas.

Secuencia de actuación
La actuación, en lo concerniente a la recogida de información mediante el cuestionario de síntomas, sería como sigue:
Determinación del número (n) de cuestionarios a rellenar
Para plantillas inferiores a 50 trabajadores (N £ 150) se pasa el cuestionario a todos los ocupantes.
Para plantillas superiores (N > 150) se extrae una muestra representativa mediante muestreo al azar, teniendo en cuenta lo siguiente:
Prevalencia (frecuencia de síntomas) mínima requerida para determinar la existencia de un SEE: p = 0.20.
Nivel de confianza escogido: 95% (z = 1.96).
Error máximo de precisión permitido en la estimación de la muestra: d = 0.5.
Con estos datos el tamaño (n) de la muestra se calcula mediante la fórmula:
Donde:En aquellos edificios donde hay varias plantas se efectuará un muestreo porcentual a partir del número n calculado.
Del listado de la plantilla, se extraerán los sujetos que van a contestar al cuestionario (teniendo prevista la substitución en caso de no respuesta) mediante la utilización de los números aleatorios.
El motivo de que los que contesten el cuestionario no sean voluntarios es evidente: la inquietud por responder puede ser debida a su condición de «afectado» o «enfermo», con lo que incurriríamos en un sesgo de selección, aumentando de forma artificial la prevalencia de los síntomas.
Se aplicará el cuestionario a todos los integrantes de nuestra muestra, en el mismo día, evitando que los participantes discutan las respuestas y manteniendo su anonimato.
El paso siguiente es naturalmente la descriptiva de las respuestas en relación a las condiciones de trabajo y a los síntomas y su ubicación en el plano del edificio estudiado.
De la relación entre ambos obtendremos, con mayor o menor precisión:
Por un lado el diagnóstico de SEE (prevalencia de síntomas > 0.20).
Por otro, el tipo y la localización de las quejas.
Las fases subsiguientes vendrán condicionadas por dichos resultados así como de la información general recogida en la primera fase ya mencionada, surgiendo de los mismos la línea de trabajo a seguir para la evaluación de los factores de riesgo.
Cada caso requerirá de actuaciones específicas en la medición de contaminantes químicos, biológicos y físicos e incluso pudiera ser necesario una nueva intervención sobre subgrupos específicos de los ocupantes del edificio mediante nuevas encuestas o reconocimientos médicos.
Conclusiones
En resumen, en base al conocimiento actual, parece improbable que el problema del SEE pueda ser erradicado a corto plazo. Por ello es preciso avanzar en el conocimiento del mismo mediante amplios estudios controlados que permitan objetivar la posible relación entro los síntomas referidos y las condiciones ambientales.
En el terreno de la Salud Laboral, nos planteamos el control inicial de este problema a través de protocolos uniformes para la identificación de la sintomatología propia del SEE, así como de la vigilancia estrecha de los trabajadores a riesgo.

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